martes, 6 de mayo de 2014

CUERPO DE LA MUJER, RÍO DE ORO


Cuerpo de la mujer, río de oro
donde, hundidos los brazos recibimos
un relámpago azul, unos racimos
de luz rasgada en un frondor de oro.

Cuerpo de la mujer o mar de oro
donde, amando las manos, no sabemos
si los senos son olas, si son remos
los brazos, si son alas solas de oro.

Cuerpo de la mujer, fuente de llanto
donde, después de tanta luz, de tanto
tacto sutil, de Tántalo es la pena.

Suena la soledad de Dios. Sentimos
la soledad de dos. Y una cadena
que no suena, ancla en Dios almas y limos.


  

Se trata de un poema del autor bilbaíno Blas de Otero que pertenecen a la obra Ángel fieramente humano (cuyo título procede de un verso de Góngora), publicado en 1951 y que alude al contenido esencial del libro: la sed de eternidad del hombre y  contiene todos los rasgos característicos de la primera etapa de la producción del autor.
 Con este libro y el siguiente, Redoble de conciencia (1951), fundidos posteriormente con algunos añadidos en Ancia, el poeta bilbaíno se incorpora a la poesía desarraigada de posguerra que encabezó Dámaso Alonso con Hijos de la ira. Los poemas plasman con un tono angustiado y desgarrado el vacío existencial en el que vive el hombre tras la destrucción y desolación que han provocado las dos guerras (la civil española y la Segunda Guerra Mundial). Es la expresión de la soledad, el vacío, el silencio, la desesperanza y la sensación de fracaso que se experimenta en los años 40.


Blas de Otero tuvo una evolución del “yo al nosotros”, es decir de la expresión de su angustia individual al canto solidario con los demás seres humanos. Esta es precisamente la clave que diferencia las dos primeras etapas del autor, denominadas existencial y social.

En la primera etapa, existencial, a la que pertenece el poema, se centra en su atormentada relación con el amor, la muerte y Dios. De esos tres temas característicos, el poema se centra en dos: el amor y  Dios.


La etapa existencial de la poesía de Blas de Otero es una respuesta a la crisis espiritual que sufrió en torno a 1945 y que le llevó a perder la fe. Tras los intentos de unión mística de la etapa religiosa, el yo poético se queda solo y comienza una búsqueda agónica de una razón de vivir.

En este poema el autor trata de llegar a Dios por medio del amor humano pero, tras este,  siente un vacío, la soledad de los amantes (dos) pero, sobre todo,  la de Dios al que se siente atado unido, “anclado”.

El poema es un soneto  formado por catorce versos endecasílabos pero un  poco especial en cuanto a la rima  ABBA, ACCA, DDE, BEB.
                                  
En el  primer verso de cada uno de los dos cuartetos y del primer terceto utiliza paralelismos ya que usa la misma estructura “Cuerpo de la mujer, río de oro. Cuerpo de la mujer o mar de oro” en estos como algo positivo y “Cuerpo de la mujer, fuente de llanto” como algo negativo.

Los segundos versos de las estrofas citadas comienzan con anáfora, es decir,  por la misma palabra “donde”.

Muy importantes en el poema son los juegos que hace con los sonidos repitiendo palabras similares “dos-Dios” (paranomasia), “amando las manos”, “son alas solas”, “Tanta luz, tanto tacto sutil, de Tántalo” (aliteraciones).

También utiliza frecuentes encabalgamientos ya que no termina la idea en un verso sino que la continúa en el siguiente: “Oro/donde, remos/los brazos, tanto/tacto sutil”.

Para explicarnos  cómo son el cuerpo de la mujer y la experiencia amorosa se vale de metáforas primero positivas: cuerpo=río de oro, mar de oro; unión amorosa= relámpago azul, racimos de luz; senos=olas; brazos=remos, alas   pero después negativas: Cuerpo=fuente de llanto, pena de Tántalo.

En este poema Blas de Otero emplea palabras que también ha utilizado en “Hombre” en el que definía el ansia humana de eternidad insatisfecha señalando que era “Ángel con alas de cadena” Alas, como ya hemos dicho, son los brazos en movimiento pero también “solas” y la “cadena” tiene el mismo sentido.

Por último,  “suena la soledad” es una sinestesia, es decir, una mezcla de sensaciones y es una paráfrasis de “la soledad sonora” de san Juan de la Cruz por lo que podemos señalar que este es un soneto  amoroso-religioso como “Un relámpago, apenas”,  “Hombre” o “Porque quiero tu cuerpo”.


En resumen, este poema es una búsqueda de Dios a través del amor humano y por esto se podría considerar con la poesía mística  aunque lo que le diferenciaría de ella es la sensación de angustia y soledad en la que queda el poeta tras la experiencia insatisfactoria del amor humano.

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