viernes, 3 de enero de 2014

ADELA. Tome usted. (Le da un abanico redondo de flores rojas y verdes)
BERNARDA. (Arrojando el abanico al suelo.) ¿Es éste el abanico que se da a una viuda? Dame uno negro y aprende a respetar el luto de tu padre.
MARTIRIO. Tome usted el mío.
BERNARDA. ¿Y tú?
MARTIRIO. Yo no tengo calor.
BERNARDA. Pues busca otro, que te hará falta. En ocho años que dure el luto no ha de entrar en  esta casa el viento de la calle. Haceros cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas  y ventanas. Así pasó  en casa de mi padre y en casa de mi abuelo. Mientras, podéis  empezar a bordar el ajuar. En el  arca tengo veinte piezas de hilo con el que podréis cortar sábanas y embozos. Magdalena puede  bordarlas.
MAGDALENA. Lo mismo me da
ADELA. (Agria.) Si no quieres bordarlas, irán sin bordados. Así las tuyas lucirán más.
MAGDALENA. Ni las mías ni las vuestras. Sé que ya no me voy a casar. Prefiero llevar sacos al molino. Todo menos estar sentada días y días dentro de esta sala oscura.
BERNARDA. Eso tiene ser mujer.
MAGDALENA. Malditas sean las mujeres.
BERNARDA. Aquí se hace lo que yo mando. Ya no puedes ir con el cuento a tu padre. Hilo y aguja  para las hembras. Látigo y mula para el varón. Eso tiene la gente que nace con posibles. (Sale Adela.)
VOZ. Bernarda, ¡déjame salir!
BERNARDA. (En voz alta.) ¡Dejadla ya!
(Sale la criada I.)
 CRIADA. Me ha costado mucho sujetarla. A pesar de sus ochenta años, tu madre es fuerte como un   roble.
BERNARDA. Tiene a quién parecérsele. Mi abuela fue igual.
CRIADA. Tuve durante el duelo que taparle varias veces la boca con un costal vacío porque quería  llamarte para que le dieras agua de fregar siquiera para beber y carne de perro, que es lo que ella dice que le das.
MARTIRIO. ¡Tiene mala intención!
BERNARDA. (A la criada.) Déjala que se desahogue en el patio.
CRIADA. Ha sacado del cofre sus anillos y los pendientes de amatistas, se los ha puesto y me ha  dicho que se
quiere casar.
BERNARDA. Ve con ella y ten cuidado que no se acerque al pozo.
CRIADA. No tengas miedo que se tire.
BERNARDA. No es por eso. Pero desde aquel sitio las vecinas pueden verla desde su ventana.
(Sale la criada.)


En este fragmento aparece el tema principal de la obra: el conflicto autoridad-libertad. Bernarda es una dictadora que ejerce de manera despótica el poder en su casa. “BERNARDA. (Arrojando el abanico al suelo.) ¿Es éste el abanico que se da a una viuda? Dame uno negro y aprende a respetar el luto de tu padre.”
Sus hijas, privadas de libertad por un riguroso luto impuesto por su madre y condenadas a la soledad y frustración,  reaccionan de distintas maneras ante el autoritarismo de su madre. En el texto se observa como tanto Martirio, como Magdalena se resignan a lo que dice su madre (“tome usted el mío… yo no tengo calor”) (“lo mismo me da”) y Adela, la más joven, es la única que muestra su rebeldía enfrentándose a su madre, le da un abanico de flores rojas y verdes. El verde simboliza la libertad y la sexualidad y está muy unido al personaje de Adela porque también es verde el vestido que luce ante las gallinas. Sin embargo, la rebeldía de Adela será inútil, la obra concluye trágicamente con su suicidio al no poder realizar sus deseos y las hermanas seguirán condenadas al enclaustramiento.
Hay otros dos temas presentes en la obra que se reflejan en esta intervención: el sometimiento de la mujer y la importancia del que dirán. Bernarda, símbolo del machismo de la época, acepta con total naturalidad su papel y lo hace porque eso es lo que le han enseñado (“Así pasó en casa de mi padre y de mi abuelo”). Defiende el papel tradicional de la mujer (“hilo y aguja”) y su sometimiento al hombre (“látigo y mula”).
El temor que Bernarda tiene a las habladurías quedará patente de manera cruel en el final de la obra cuando, tras suicidarse Adela, lo único que le interesa es subrayar que ha muerto virgen y ordenar silencio para que nada trascienda. En este texto, vemos como Bernarda, guiada por esa misma obsesión por mantener las apariencias y no dar pie a chismorreos, mantiene encerrada a su madre y manda que la saquen del patio ya que “las vecinas pueden verla desde su ventana”.
Una de las características importantes de la obra es la importancia de los símbolos. El color por ejemplo es muy importante en toda la obra, es fundamental el color blanco que simboliza la vida, la alegría, amor y libertad y en este texto aparece en el ajuar que van a bordar las hijas. En contraste aparece el negro símbolo de tristeza, opresión y muerte y es el luto que manda Bernarda.
Toda la obra se desarrolla dentro de una casa que simboliza la represión y la falta de libertad (“no ha de entrar ni el viento de la calle”). La casa es un espacio cerrado y opresor y se alude a ella como un infierno, convento, cárcel, manicomio…
También se menciona  la sed que tiene María Josefa como símbolo de deseo sexual, la sed se puede aliviar con agua símbolo de vida y podemos observar un contraste con el pozo, que  simboliza la muerte.

Por último podemos decir que el lenguaje del texto nos muestra como son los personajes, Bernarda muestra su dominio con la utilización del imperativo (“dame uno negro y aprende a respetar el luto de tu padre”). Sus hijas muestran un respeto tratando a su madre de usted.